A milímetros de tu cuerpo se desemboca un abismo,
Acribillante y malhumorado que se entraña entre la corteza de tu silueta.
Calcinado y sollozante se suspira en el alba,
Aquellas pestañas equívocas de tu mirada inquietante.
Sin piedad se lacera el tiempo, mientras el viento se pasea en tu ventana,
Aquellos reflejos, eran sólo parte de tu silencio.